MADRID (DPA).- Pudo con todos: David Nalbandian volvió a la escena de la mejor manera. El cordobés completó un torneo de ensueño al venir de atrás para vencer por 1-6, 6-3 y 6-3 al suizo Roger Federer en la final del Masters de Madrid.
"Estoy sumamente contento de ganarle al número uno del mundo, creo que con Roger tenemos un historial muy largo desde juveniles, y eso influye", dijo Nalbandian, número 25 del mundo, que ganó el sexto torneo de su carrera y su primer Masters Series. El argentino se convirtió además en el tercer jugador en 13 años que logra derrotar a los tres mejores del mundo en un mismo torneo, sumándose al alemán Boris Becker en Estocolmo 1994 y al serbio Novak Djokovic en Montreal 2007.
Nalbandian, que en el primer trimestre del año pasado era el número tres del mundo, cayó fuertemente en el ranking tras 15 meses sin entrenador. En julio de este año contrató a Martín Jaite, y los resultados se notan: en Madrid eliminó consecutivamente al número dos del mundo, el español Rafael Nadal, al tres, Djokovic, y al uno, Federer.
Fue un partido sumamente duro, él empezó a jugar muy bien. Tuve la mala pasada con el hawk eye que no anduvo en un break point, una jugada muy importante", recordaría el argentino tras el encuentro. "Pero apreté los dientes y comencé a jugar más fuerte, y las cosas salieron bien. Hoy yo jugué increíble, y eso por supuesto que ayuda".
El match. Todo pareció tomar un rumbo muy diferente en el primer set, claramente dominado por Federer y con la derecha de Nalbandian fallando repetidas veces. Surgieron, además, condimentos extratenísticos: en el quinto juego Nalbandian reclamó el "hawk eye" (ojo de halcón), que ante el asombro de todos no funcionó. En un juego en el que dispuso de dos break points, el argentino no ocultó su enojo, porque estaba convencido de que el ace de Federer no había sido tal.
Volvió a pedir el argentino el "ojo de halcón" en el sexto juego tras un servicio suyo, y otra vez la tecnología dijo "no". Un saque ganador de Federer a 189 kilómetros por hora le dio al suizo en 30 minutos el 6-1 inicial.
El partido entró en su mejor momento a partir del segundo set: el argentino subió su nivel, y los puntos espectaculares se hicieron más frecuentes.
Tras un gran juego Nalbandian quebró para 2-0 gracias a una derecha errada de Federer. Instantes después ganaba en cero el tercer juego para situarse 3-0.
"¡Vamos papá!", gritó un argentino desde la tribuna del Madrid Arena, justo un momento antes de que se desatara lo insólito: Nalbandian paraba el partido porque un ruido extraño, en una de las esquinas de la cancha, lo perturbaba.
Nadie sabía qué era, hasta que un cámara de televisión descubrió el origen del ruido: una manguera de riego automático abierta. Curiosa presencia en un estadio techado, aunque su función era regar las flores que decoran el estadio.
Durante casi diez minutos nadie entendió qué sucedía. Gerard Tsobanian, director general del torneo, intentó arreglar las cosas. Manolo Santana, director del certamen, también. También apareció el supervisor general de la ATP, una periodista de la televisión local y un operario que combatía sin éxito con la rebelde manguera.
"¡Aahh!", se sobresaltaba la gente cuando la manguera, que parecía controlada, volvía a lanzar secos rugidos de agua. Federer, cruzado de brazos en el fondo de la cancha, era la estampa viva del enojo. Nalbandian, molesto, se acercó a conversar con el juez de silla. La manguera, finalmente, fue neutralizada.
Pese al incidente el argentino mantuvo la concentración, defendió con éxito su servicio y se situó 5-2 con espectacularidad al lanzar un drop al que Federer llegó para intentar pasarlo de derecha. No pudo, porque Nalbandian aguantó su posición y definió con una volea paralela de revés que lo sumió en la euforia.
Euforia multiplicada en el juego siguiente: tras un largo peloteo Nalbandian se vio atraído a la red y definió a lo grande, con un sobrepique de revés, casi un drop, al que Federer no pudo llegar.
Setenta y cinco minutos de juego y set iguales. Gonzalo Higuaín, futbolista argentino del Real Madrid, seguía el partido en un palco, expectante ante la hazaña que parecía cerca de lograr su compatriota.
Y fue hazaña, porque Nalbandian quebró para 2-1 con un revés largo de Federer, y porque el argentino siguió adelante convencido de que el partido era suyo. Otro problema técnico -una voz que se colaba por los altavoces del estadio- puso nuevos gestos de enojo en el rostro de Federer, que en realidad terminó agriándose por los problemas tenísticos que le planteó Nalbandian.